martes, 5 de octubre de 2010

De Problemas Económicos

En los últimos años, América Latina se ha convertido en exportadora de capitales, traducidos en pago de intereses de la deuda pública o privada, pago de utilidades y dividendos. El problema que dichas ganancias no son reinvertidas, ahorradas o gastadas en los mercados internos; sino que son enviadas a los mercados extranjeros (generalmente a los mercados de los países desarrollados), que son los que aumentan su nivel de ahorro, de inversión o de consumo.

Como nuestras economías no producen ahorro denominado en moneda extranjera, ni los bancos centrales pueden generar un amplio volumen de liquidez en moneda extranjera, la exportación de esos capitales precisamente requiere de nuevos flujos, sean estas nuevas deudas o bien nuevas inversiones directas y de cartera. Este círculo de requerimientos de moneda extranjera para la exportación de parte de las ganancias (sean éstas exportadas por empresarios e inversionistas locales o extranjeros) es el que aparece como “escasez de ahorro” (Correa, 2010).
Es así como gran parte de los países de América Latina, cuando obtienen un nuevo crédito es destinado a pagar el vencimiento de capital o incluso únicamente a cubrir los intereses. Lo que significa que los créditos no son dirigidos a proyectos de inversión productiva.

Estas transferencias limitan la acumulación en los países en desarrollo, especialmente los de América Latina, presentándose precisamente las tendencias al lento crecimiento, estancamiento, aumento del desempleo y de las capacidades ociosas y ampliación de la pobreza. Como un ejemplo se puede considerar el pago de los intereses de la deuda externa de América Latina, éstos desde el estallido de la crisis de deuda del año 1980 hasta 2009 alcanzan los 41,000 millones de dólares en promedio durante esos 30 años, mientras que la deuda externa se multiplicó de 330 a 870,000 millones de dólares (Correa, 2010).

En nuestro país, hay que agregar la baja recaudación tributaria, que eliminando los ingresos petroleros, es de menos del 11% del PIB. Estamos muy por debajo del promedio de los países de la OCDE que es de 27%.

En la actual administración de cada peso, 82 centavos son destinados al gasto corriente del gobierno federal. Lo que significa que no alcanzan los recursos para inversión pública, infraestructura, educación y salud.

En mi opinión, nuestro país tiene un sistema tributario que no recauda, un Estado que utiliza los recursos petroleros en gastos torpes, un Estado amenazado por el sistema de pensiones, una deuda interna de más de 2 billones de pesos y una deuda externa de más de 38 mil millones de dólares; que representa un enorme costo financiero al país. El diagnostico es claro. Si el país se mantiene en esa inercia el futuro es incierto y peligroso. La reforma fiscal, política y educativa, son urgentes. Sin embargo, mientras nuestras energías estén enfocadas a causas infructuosas, la tendencia será persistente.

Bibliografía
1) Correa Eugenia. “Moneda, crédito y financiamiento”. Debate fiscal y financiero. LXI Legislatura de la Cámara de Diputados. 2010.
2) Suárez D. Francisco. “Financiamiento del desarrollo o estancamiento sin financiamiento”. Debate fiscal y financiero. LXI Legislatura de la Cámara de Diputados. 2010.

Infraestructura Carretera y Telecomuncaciones; clave de la Competitividad

Sólo incrementando el nivel de competitividad de las entidades federativas, mayor será el nivel de atracción y retención de la inversión, y en consecuencia mayor nivel de bienestar de la población.

En el mundo actual las Telecomunicaciones han adquirido una importancia fundamental en el desarrollo de los países. En los últimos años el componente más dinámico en las economías mundiales ha sido precisamente, el de las telecomunicaciones. Dicha tecnología no sólo nos ofrece más y nuevas formas de comunicarnos sino que aumentan la productividad y promueven la innovación dentro de la población, así como contribuyen a elevar la oferta laboral y la actividad económica de un país o región. La evolución de las telecomunicaciones ha sido vertiginosa, hemos pasado de las cartas a los “mails”, de la comunicación personal a la comunicación virtual. Esta tecnología forma parte ya de nuestra vida diaria, la encontramos tanto en actividades comerciales, recreativas como en áreas educativas, sociales y culturales.

Otro de los factores que ha permito el aceleramiento de las economías mundiales ha sido la creación, modernización y mantenimiento de la infraestructura; especialmente caminos, vías, aeropuertos y puertos marítimos. Mediante la conexión de mercados comerciales, el desplazamiento de productos y el acercamiento de servicios (particularmente de salud y educación); la infraestructura y las telecomunicaciones han sido detonantes del crecimiento económico de los países.

La infraestructura y las telecomunicaciones están estrechamente ligadas a los niveles de competitividad de un país o una región. En nuestro país, los estados más competitivos, y por ende con mayor infraestructura y mejores servicios de telecomunicaciones, son estados que reciben la mayor parte de la inversión extranjera y aportan mayor cantidad de riqueza al país. De acuerdo al Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), los cinco Estados más competitivos (Distrito Federal, Nuevo León, Baja California, Chihuahua y Aguascalientes) concentran más del 70% de la inversión extranjera directa, el 50% de la innovación en el país y el 40% de la riqueza nacional. Mientras que los cinco Estados menos competitivos (Hidalgo, Guerrero, Chiapas, Tlaxcala y Oaxaca) sólo concentran el 1% de la inversión extranjera directa, el 2% de la innovación del país y tan sólo contribuyen con el 7% de la riqueza nacional. Así mismo son Estados que cuentan con una mayor penetración tecnológica. Los primeros cuentan con 60% de penetración telefónica, internet e informática; en comparación con el 40% del resto de las entidades. En cuanto a infraestructura carretera, los estados en desventaja tienen 50% menos carreteras de cuatro carriles, que el resto de los Estados.

De acuerdo al Foro Económico Mundial, contamos con una extensa red de caminos y carreteras que nos coloca en la posición número 18 a nivel mundial de 134 países, que incluye el estudio. Sin embargo ocupamos el lugar 66 en calidad de caminos y carreteras. En calidad la infraestructura portuaria ocupamos el lugar 94, y en infraestructura ferroviaria el lugar 72. En calidad de la infraestructura México ocupa la posición 76, y se encuentra situado por debajo de países latinoamericanos como El Salvador, Guatemala, Jamaica, Honduras y República Dominicana.

El rezago en cuanto infraestructura y telecomunicaciones constituye un freno al crecimiento económico de nuestro país. De acuerdo a varios autores, el acceso a la información y a las telecomunicaciones ayuda a combatir pobreza, porque aumenta la eficiencia y la competitividad de las economías, permite ofrecer mejores servicios de educación y salud, y ayuda a crear oportunidades de empleo para las poblaciones con menores recursos. La importancia de esas tecnologías en las economías actuales va en constante aumento. El sector de la información representaba entre un tercio y la mitad del PIB en las economías avanzadas en 1980. En la actualidad, esa participación es superior al 60 por ciento en la Unión Europea¹. Respecto a las telecomunicaciones, no sólo es importante crecer y que los precios disminuyan, sino asegurar los mecanismos que permitan a nuestro país mantenerse competitivo en comparación con otros países.



Bibliografía
• Instituto Mexicano para la Competitividad. “Índice de Competitividad Estatal 2008”. www.imco.org.mx
• Word Economic Forum. “Assesing the Foundations of Mexico’s Competitiveness: Finding from the global Competitiviness Index 2008-2009”.
• Moreno Pérez Salvador. “La Infraestructura y la Competitividad en México”. Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública.2008.
• García Alba Pascual. “La Evolución de las Telecomunicaciones en México”. 2006.