Escribir es una actividad individual, solitaria. Es un acto
de reconocimiento y aceptación. Es una situación contradictoria: placentera y
dolorosa.
Parir ideas es costoso, sufrido pero a la vez satisfactorio,
liberador y curativo. Es meterle la mano al alma, eliminar prejuicios, dejar
que fluyan recuerdos.
Crear historias acompañado por el brillo de la luna, la
espesura de la noche y la infinidad de estrellas; es revelador.
Escribir cuando llueve es maravilloso. Con cada gota de
lluvia el corazón se vuelve loco, revolotea, se llena de gozo, se apasiona, se
impresiona, se pone sentimental, recuerda, llora, recuerda…se alegra; porque
descubre que escribir no es un acto futuro, sino un acto que revive el pasado
en su mejor forma y estilo.
Enfrentarse con una hoja en blanco y un lapicero, acompañado
únicamente por una luz tenue y de fondo Bela Bartok, resulta aterrador,
confuso, desordenado, al principio, esclarecedor después.
Escribir una historia es ir lento, despacio, paso a paso, es
encontrar la calma dentro de la tormenta, es ver paisajes en la nubes, es decir
cosas que no son como si fueran. Es hacer que renazcan los recuerdos y una vida
con ellos.
Escribir es agradecer las penas, los dolores, los rencores,
los fracasos; porque de ellos se derivan el aprendizaje, la experiencia y la
felicidad.
Escribir resulta inquietante, conspirar contra lo
manifiesto, contra lo establecido; romper barreras, brincas trancas, saltar
obstáculos y dejar que fluya el sentimiento.
Escribir es compartir tu lado bohemio, reflexivo,
meditativo. Es compartir tu verdad desde
diferentes ángulos y perspectivas.
Lo fascinante de escribir es cuando te descubres ingeniero
de emociones, levantando edificios de sentimientos y recuerdos, construyendo
puentes que acercan destinos, creando vías que acercan corazones.
Lo ingrato es cuando descubres que tus palabras e ideas
fueron mal interpretadas y pueden separar y destruir ilusiones.
Escribir, es motivación, inspiración, desilusión, es crear,
recordar, pensar, sentir; es encontrarte, recordarte y vivirte.
En fin escribir es una actividad solitaria, pero necesaria.
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