“Noticias del Imperio”, libro escrito por Fernando del Paso constituye una reseña detallada y especifica de la Segunda Intervención Francesa a nuestro país así como el establecimiento del Imperio de Fernando Maximiliano y Carlota. Es un libro lleno de magia y de historia. Los hechos ahí narrados constituyen una reseña fundamental para comprender aquel episodio de nuestra vida nacional. Es por tal motivo que recomiendo ampliamente dicho libro, aquí presento la primera (breve) parte de los hechos y acontecimientos ahí descritos.
No hay duda, Maximiliano escribía la crónica de su muerte anunciada, el día que acepto ser emperador en el país de los 18 climas, el país que las mariposas monarcas escogieron como hogar, el país de los volcanes. México. Varios hechos estaban sucediendo aquel año de 1861, que finalmente desencadenarían en la Segunda Intervención Francesa:
Primero, la inclinación de intelectuales y políticos mexicanos-sino de todos, de una gran mayoría-así como conservadores como los liberales, de ofrecer su país, o parte de él, a las potencias extranjeras. Porque no sólo unos cuantos años antes el presidente conservador Zuloaga había solicitado a Francia un ejército y un general para pacificar el país y mantener el poder, Santa Anna había hecho lo propio al pedir ayuda aquel mismo país y compartir el sueño de el Cura Miguel Hidalgo –caudillo de la independencia de México- de ver sentado en el trono de México a un príncipe europeo. Ahora el turno era de los conservadores Hidalgo y Esnaurrizar y Gutiérrez Estrada quienes aseguraban a Napoleón III, que las condiciones eran favorables para establecer una monarquía en nuestro país.
No hay duda, Maximiliano escribía la crónica de su muerte anunciada, el día que acepto ser emperador en el país de los 18 climas, el país que las mariposas monarcas escogieron como hogar, el país de los volcanes. México. Varios hechos estaban sucediendo aquel año de 1861, que finalmente desencadenarían en la Segunda Intervención Francesa:
Primero, la inclinación de intelectuales y políticos mexicanos-sino de todos, de una gran mayoría-así como conservadores como los liberales, de ofrecer su país, o parte de él, a las potencias extranjeras. Porque no sólo unos cuantos años antes el presidente conservador Zuloaga había solicitado a Francia un ejército y un general para pacificar el país y mantener el poder, Santa Anna había hecho lo propio al pedir ayuda aquel mismo país y compartir el sueño de el Cura Miguel Hidalgo –caudillo de la independencia de México- de ver sentado en el trono de México a un príncipe europeo. Ahora el turno era de los conservadores Hidalgo y Esnaurrizar y Gutiérrez Estrada quienes aseguraban a Napoleón III, que las condiciones eran favorables para establecer una monarquía en nuestro país.
Segundo, Inglaterra había expresado su apoyo a Francia para encabezar el bloque invasor.
Tercero, en abril de aquel 1861 Estados Unidos comenzó la guerra entre la Unión abolicionista y la Confederación esclavista, por tal motivo se vería imposibilitada de poner en práctica la Doctrina enunciada por el Presidente Monroe en los años veinte según la cual su nación se erigía guardián de todo el continente americano-“América para los americanos”-.
Cuarto, el distanciamiento y problemas entre Roma encabezada por el papa Pío Nono y Francia encabezada por Napoleón III, la intervención a México constituía la solución a tales problemas: Francia encabezaría una cruzada por la fe católica en el Nuevo Mundo. Francia se erigiría como protectora del orden y de la civilización, de la libertad y de la fe católica. Napoleón III en sus sueños gloriosos se sentía destinado a detener la expansión del poderío anglosajón y del protestantismo que iba cobrando fuerza en el contiéndete americano.
Fue así como el 30 de octubre de 1861 las tres principales potencias marítimas del mundo firmaron una Convención Tripartita en Londres en la que se comprometieron al envío inmediato de tropas de ocupación a las costas de México con el objetivo, definido como ostensible de presionar a las autoridades mexicanas para que estas ofrecieran una protección más eficaz a los súbditos de las tres naciones signatarias y exigir el cumplimiento de las obligaciones financieras contraídas con las mismas. Los buques españoles anclaron en Veracruz en 10 de diciembre de 1861. El presidente Juárez había ordenado al Gobernador de Veracruz que rindiera el puerto sin resistencia y se retirara. Casi al mismo tiempo también llegaba la escuadra francesa: catorce barcos de vapor con un total de tres mil hombres a bordo, entre ellos un regimiento de infantería de marina, un batallón de zuavos y un destacamento de cazadores de África.
A comienzos de la segunda semana de enero de 1862, la Expedición Tripartita comenzó a desmoronarse al surgir los primeros desacuerdos entre los representantes. Los españoles y los ingleses se negaron a respaldar la reclamación francesa sobre los bonos Jecker, y expresaron que las reclamaciones francesas carecían de toda “base jurídica real”. El general español Prim insistió en que se cumpliera el Tratado Mont-Almonte en que se exigía que México pagara una indemnización por el asesinato de los súbditos españoles en Chiconcuaque, y el Comodoro Dunlop pidió el pago de las obligaciones reconocidas por el gobierno británico en las aduanas de los principales puertos mexicanos del Golfo, estos eran: Veracruz y Tampico.
¿Qué eran los bonos Jecker? Era la indemnización por parte del pastelero francés que afirmaba haber perdido sesenta mil pesos de mercancías durante la denominada Guerra de los Pasteles. A estas reclamaciones se sumó la del Conde Charles Dubois de Saligny, quien además de declararse victima de un atentando contra su vida en México, agregó a los diecisiete millones ochocientos mil pesos que ahora reclamaban los franceses, otras varias sumas, entre las que incluyó la relativa a un cargamento de vinos franceses que cuarenta años antes se le había enviado a Agustín de Iturbide, y que el emperador no pagó porque fue fusilado antes.
¿Qué eran los bonos Jecker? Era la indemnización por parte del pastelero francés que afirmaba haber perdido sesenta mil pesos de mercancías durante la denominada Guerra de los Pasteles. A estas reclamaciones se sumó la del Conde Charles Dubois de Saligny, quien además de declararse victima de un atentando contra su vida en México, agregó a los diecisiete millones ochocientos mil pesos que ahora reclamaban los franceses, otras varias sumas, entre las que incluyó la relativa a un cargamento de vinos franceses que cuarenta años antes se le había enviado a Agustín de Iturbide, y que el emperador no pagó porque fue fusilado antes.
De acuerdo a Fernando del Paso fue la actitud conciliadora de Juárez la que logró la retirada de las tropas inglesas y españolas “la actitud conciliatoria del Presidente Juárez, quien ofreció renegociar los términos de la deuda exterior y las indemnizaciones, desarmó a los delegados español e inglés, quienes de acuerdo al Tratado de La Soledad aceptaron un arreglo pacifico y se retiraron de México”. Todo lo contrario ocurrió con las tropas francesas quienes al mando del Conde de Lorencez, desconocieron el Tratado de La Soledad y en una carta al ministro de Guerra de Francia expreso “que era tal la superioridad racial, de organización, de disciplina y moralidad de las tropas francesas sobre las mexicanas que desde ya, y a la cabeza de sus seis mil hombres, se consideraba como el amo de México”
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