“Toda revolución genera libertad y genera nuevas formas de dominación”
Carlos Fuentes
Enrique Krauze en su Biografía de Poder dice: “La Revolución – como un mito de renovación histórica- ha perdido el prestigio de sus mejores tiempos: nació en 1789, alcanzó su cenit en 1917 y murió en 1989. Pero hubo un país que conservó intacta la mitología revolucionaria a todo lo largo de los siglos XIX y XX: México. Cada ciudad del país y casi cada pueblo tienen al menos una calle que conmemora la Revolución. La palabra se usa todavía con una carga de positividad casi religiosa, como sinónimo de progreso social. Lo bueno es revolucionario, lo revolucionario es bueno…el movimiento armado duró diez años: desde 1910 hasta 1920. Durante las dos décadas siguientes el país vivió una profunda mutación política, económica, social y cultural inducida desde el Estado por los militares revolucionarios. Hacia 1940, la palabra “revolución” había adquirido su significación ideológica definitiva. Ya no era la revolución de un caudillo o de otro. La Revolución se había vuelto un movimiento único y envolvente. No abarcaba sólo la lucha armada de 1910 a 1920, sino la Constitución de 1917 y el proceso permanente de transformación y creación de instituciones que deriva de su propio programa”. Este fenómeno aun persiste en nuestra sociedad, hoy vemos que gobiernos estatales así como el gobierno federal se preparan para recibir el centenario de nuestra Revolución con obras de infraestructura, exposiciones artísticas y culturales y grandes festejos; Revolución Mexicana iniciada por el espiritista Ignacio Madero.
Aquel movimiento de insurrección en el norte en 1910, parecía estar condenado desde sus comienzos al fracaso. Movimiento encabezado por un hombre que apenas alcanzaba 1.63 metros de estatura, proveniente de una de las familias más adineradas del país, buen bailarín, era un personaje que había que ayudarlo a montar a caballo por su corta estatura, con una oratoria extraordinaria y espiritista comprometido. Fueron precisamente de las sesiones espiritista y su facultad de médium escribiente, de donde surgieron los textos que le dieron forma a su libro La sucesión presidencia en 1910. Alejandro Rosas en Mitos de la Historia Mexicana escribió: “Ningún otro plan revolucionario en toda la historia de México fijó con semejante precisión el inicio de un levantamiento armado. Sin olvidar la importancia de su contenido político, y considerando que Madero seguía al pie juntillas los escritos espiritistas que por su mano se escribían, se puede aventurar que el San Luis es el único plan político de la historia mexicana con un elemento espiritista: el día y la hora para iniciar la revolución. Por lo demás, es un documento con pasiones muy humanas: el poder y la política.”
El plan de San Luis desconocía como presidente al Gral. Porfirio Díaz y declaraba ilegales las elecciones. El 12 de mayo de 1911, Madero toma posesión como Presidente de México, designando como ministro de guerra a Venustiano Carranza. Mientras Francisco Villa, quien se había sumado al movimiento de Madero es encarcelado en la Ciudad de México por “insubordinación” hacia Huerta, trata de prevenir de un posible levantamiento y traición de Huerta. Madero nunca quiso escuchar a Villa. Para el 6 de marzo de 1912 Pascual Orozco desconoce a Madero y promulga “el pacto de empacadora”; donde se fijaba una jornada laboral, destruía las tiendas de raya, repartía tierras, prohibía el trabajo a menores (En si una reforma progresista). Orozco declara su apoyo a Victoriano Huerta, quien se rumoraba que se tomaba hasta 3 botellas de coñac al día, y se proclama presidente del país. Villa se fuga de la cárcel el 4 de enero de 1913. Un mes más tarde los militares se levantan contra Madero en la Ciudad de México y siete semanas más tarde Madero es asesinado.
Paco Ignacio Taibo II también escribió a cerca de este enigmático personaje: “la historia oficial dibuja a un Madero bondadoso y conciliador. Si bien lo anterior es cierto, Madero no podría con sólo eso controlar a más de 3 mil hombres armados. Lo que sin duda contiene este pequeño personaje, junto con una notable habilidad para escuchar a demasiados era una capacidad de convencimiento inmensa, una oratoria que calaba a fondo en sus escuchas.” Francisco Madero se lanzó a la aventura más peligrosa de su vida, misma que acabó con su vida en febrero de 1913. Las traiciones, los mitos y las leyendas se habrían de forjar durante los siguientes años; fue hasta 1920, cuando el país alcanzo un periodo de relativa estabilidad y la revolución mexicana alcanzó la cumbre de lo extraordinario.
Carlos Fuentes
Enrique Krauze en su Biografía de Poder dice: “La Revolución – como un mito de renovación histórica- ha perdido el prestigio de sus mejores tiempos: nació en 1789, alcanzó su cenit en 1917 y murió en 1989. Pero hubo un país que conservó intacta la mitología revolucionaria a todo lo largo de los siglos XIX y XX: México. Cada ciudad del país y casi cada pueblo tienen al menos una calle que conmemora la Revolución. La palabra se usa todavía con una carga de positividad casi religiosa, como sinónimo de progreso social. Lo bueno es revolucionario, lo revolucionario es bueno…el movimiento armado duró diez años: desde 1910 hasta 1920. Durante las dos décadas siguientes el país vivió una profunda mutación política, económica, social y cultural inducida desde el Estado por los militares revolucionarios. Hacia 1940, la palabra “revolución” había adquirido su significación ideológica definitiva. Ya no era la revolución de un caudillo o de otro. La Revolución se había vuelto un movimiento único y envolvente. No abarcaba sólo la lucha armada de 1910 a 1920, sino la Constitución de 1917 y el proceso permanente de transformación y creación de instituciones que deriva de su propio programa”. Este fenómeno aun persiste en nuestra sociedad, hoy vemos que gobiernos estatales así como el gobierno federal se preparan para recibir el centenario de nuestra Revolución con obras de infraestructura, exposiciones artísticas y culturales y grandes festejos; Revolución Mexicana iniciada por el espiritista Ignacio Madero.
Aquel movimiento de insurrección en el norte en 1910, parecía estar condenado desde sus comienzos al fracaso. Movimiento encabezado por un hombre que apenas alcanzaba 1.63 metros de estatura, proveniente de una de las familias más adineradas del país, buen bailarín, era un personaje que había que ayudarlo a montar a caballo por su corta estatura, con una oratoria extraordinaria y espiritista comprometido. Fueron precisamente de las sesiones espiritista y su facultad de médium escribiente, de donde surgieron los textos que le dieron forma a su libro La sucesión presidencia en 1910. Alejandro Rosas en Mitos de la Historia Mexicana escribió: “Ningún otro plan revolucionario en toda la historia de México fijó con semejante precisión el inicio de un levantamiento armado. Sin olvidar la importancia de su contenido político, y considerando que Madero seguía al pie juntillas los escritos espiritistas que por su mano se escribían, se puede aventurar que el San Luis es el único plan político de la historia mexicana con un elemento espiritista: el día y la hora para iniciar la revolución. Por lo demás, es un documento con pasiones muy humanas: el poder y la política.”
El plan de San Luis desconocía como presidente al Gral. Porfirio Díaz y declaraba ilegales las elecciones. El 12 de mayo de 1911, Madero toma posesión como Presidente de México, designando como ministro de guerra a Venustiano Carranza. Mientras Francisco Villa, quien se había sumado al movimiento de Madero es encarcelado en la Ciudad de México por “insubordinación” hacia Huerta, trata de prevenir de un posible levantamiento y traición de Huerta. Madero nunca quiso escuchar a Villa. Para el 6 de marzo de 1912 Pascual Orozco desconoce a Madero y promulga “el pacto de empacadora”; donde se fijaba una jornada laboral, destruía las tiendas de raya, repartía tierras, prohibía el trabajo a menores (En si una reforma progresista). Orozco declara su apoyo a Victoriano Huerta, quien se rumoraba que se tomaba hasta 3 botellas de coñac al día, y se proclama presidente del país. Villa se fuga de la cárcel el 4 de enero de 1913. Un mes más tarde los militares se levantan contra Madero en la Ciudad de México y siete semanas más tarde Madero es asesinado.
Paco Ignacio Taibo II también escribió a cerca de este enigmático personaje: “la historia oficial dibuja a un Madero bondadoso y conciliador. Si bien lo anterior es cierto, Madero no podría con sólo eso controlar a más de 3 mil hombres armados. Lo que sin duda contiene este pequeño personaje, junto con una notable habilidad para escuchar a demasiados era una capacidad de convencimiento inmensa, una oratoria que calaba a fondo en sus escuchas.” Francisco Madero se lanzó a la aventura más peligrosa de su vida, misma que acabó con su vida en febrero de 1913. Las traiciones, los mitos y las leyendas se habrían de forjar durante los siguientes años; fue hasta 1920, cuando el país alcanzo un periodo de relativa estabilidad y la revolución mexicana alcanzó la cumbre de lo extraordinario.
1 comentario:
hola tito q interesante t quiero tu hermana yuri
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