Con un rostro visiblemente afectado, el martes 4 de noviembre, el presidente Felipe Calderón dio un mensaje a la nación donde anuncia oficialmente el sensible fallecimiento del Secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño. El mismo 4 de Noviembre, que se suponía era el día de escoger al nuevo presidente de Estados Unidos, noticia que paso a segundo termino, al saber que el avión donde viajaba el Secretario Mouriño se había desplomado a mil metros de la residencia oficial de los Pinos. En el mismo percance murieron: José Luis Santiago Vasconcelos, secretario técnico para la Implementación de las Reformas en Materia de Seguridad y Justicia Penal; Miguel Monterrubio, Arcadio Echeverría, Norma Díaz, Julio César Ramírez Dávalos, jefe de ayudantes del titular de Segob, y la tripulación integrada por el piloto Martín de Jesús Oliva, el copiloto Álvaro Sánchez y la sobrecargo Gisel Carrillo. Con esta perdida el Presidente no sólo pierde a su secretario de Gobernación, pierde a uno de sus más entrañables amigos-a voz del propio presidente-. Sin duda esta noticia ha cimbrado las estructuras políticas del país. Jorge Fernández Menendez escribió en su columna del Excelsior “Juan Camilo Mouriño era, sin duda y por encima de vicisitudes políticas, uno de sus mejores amigos y de sus más cercanos colaboradores. La pérdida es tan personal como política. En los últimos días se había especulado con la posibilidad de que Juan Camilo dejara Gobernación para buscar, ya fuera la gubernatura de Campeche o una diputación federal. El mismo Juan Camilo lo había desmentido en encuentros privados y, esta misma semana, hablando con uno de sus colaboradores de mayor confianza, me decía que, en realidad, Mouriño quería continuar en Gobernación porque consideraba que, aprobada la reforma energética, ahora sí tenía un triunfo político que entregarle al Presidente. Era también Mouriño, en parte por atavismos estúpidos, por chovinismos antediluvianos, objeto de una persecución política implacable de alguno de sus enemigos. Y en esa persecución había cometido errores políticos de los que, según decía en sus últimos días, quería resarcirse con su amigo el Presidente. No tuvo tiempo, no tuvo espacio, se cruzó el destino que segó su vida. Podría o no haber continuado en Gobernación, pero de lo que no cabe duda es de que, desde allí o desde otra posición, era una pieza personal, un amigo no sacrificable, del presidente Calderón. Pero también uno de los exponentes de la nueva clase política, de la nueva generación que tiene que construir desde el presente nuestro futuro.
En el mismo articulo Fernandez Menendez comenta que “José Luis Santiago Vasconcelos era un funcionario público ejemplar y, además, un amigo. En lo personal no me cabe duda de que, como no puede ser de otra manera en una carrera de dos décadas dedicada al área más delicada, más peligrosa, de la seguridad pública y la nacional, de que en ello tuvo grandes aciertos y también errores. Pero no me cabe duda tampoco de su honestidad y entrega. Santiago Vasconcelos sentía que esa responsabilidad institucional que asumía era una suerte de misión que tenía en la vida y estaba entregado a ella. Sufrió innumerables amenazas, atentados (algunos, públicos, otros que quedaron en el registro privado) y asumió una de las decisiones más delicadas (probablemente la que constituye hasta hoy el mayor golpe real al narcotráfico): la extradición a Estados Unidos de prácticamente todos los capos de la droga que estaban en condiciones legales de ser enviados al país del norte. Tenía muchos enemigos pero contaba con la confianza, forjada en un trabajo de años, de áreas de seguridad, del Ejército Mexicano y de los principales servicios de información e inteligencia de varios países, entre ellos Estados Unidos. Como aquí dijimos, no sólo no estuvo involucrado en los hechos de infiltración que se divulgaron en la SIEDO en semanas pasadas, sino fue una figura clave en las investigaciones sobre lo sucedido. Y, por eso, el presidente Calderón lo colocó en una posición estratégica para coordinar las reformas jurídicas y de seguridad. Hemos perdido a uno de los hombres clave en la lucha contra el crimen organizado.” (Periodico Excelsior 6-11-08).
Me parece un gran descuido por parte de la seguridad nacional. José Vasconcelos indudablemente, por sus funciones, era un elemento clave en contra de la lucha del crimen organizado, mientras Juan Camilo Muoriño era el el segundo al mando en línea directa de la presidencia nacional; por seguridad no solo de los personajes sino del mismo país-por la información que tenían y lucha que encabezaban- debieron haber viajado en aparatos distintos. Sin embargo la realidad es cruda, el “hubiera no existe”, el país ha perdido a dos personajes claves en lucha contra el crimen. Las especulaciones han empezado a surgir, que si fue un atentando, un acto de terrorismo; lo cierto es que la información apunta a que fue un accidente. El tiempo dirá.
En el mismo articulo Fernandez Menendez comenta que “José Luis Santiago Vasconcelos era un funcionario público ejemplar y, además, un amigo. En lo personal no me cabe duda de que, como no puede ser de otra manera en una carrera de dos décadas dedicada al área más delicada, más peligrosa, de la seguridad pública y la nacional, de que en ello tuvo grandes aciertos y también errores. Pero no me cabe duda tampoco de su honestidad y entrega. Santiago Vasconcelos sentía que esa responsabilidad institucional que asumía era una suerte de misión que tenía en la vida y estaba entregado a ella. Sufrió innumerables amenazas, atentados (algunos, públicos, otros que quedaron en el registro privado) y asumió una de las decisiones más delicadas (probablemente la que constituye hasta hoy el mayor golpe real al narcotráfico): la extradición a Estados Unidos de prácticamente todos los capos de la droga que estaban en condiciones legales de ser enviados al país del norte. Tenía muchos enemigos pero contaba con la confianza, forjada en un trabajo de años, de áreas de seguridad, del Ejército Mexicano y de los principales servicios de información e inteligencia de varios países, entre ellos Estados Unidos. Como aquí dijimos, no sólo no estuvo involucrado en los hechos de infiltración que se divulgaron en la SIEDO en semanas pasadas, sino fue una figura clave en las investigaciones sobre lo sucedido. Y, por eso, el presidente Calderón lo colocó en una posición estratégica para coordinar las reformas jurídicas y de seguridad. Hemos perdido a uno de los hombres clave en la lucha contra el crimen organizado.” (Periodico Excelsior 6-11-08).
Me parece un gran descuido por parte de la seguridad nacional. José Vasconcelos indudablemente, por sus funciones, era un elemento clave en contra de la lucha del crimen organizado, mientras Juan Camilo Muoriño era el el segundo al mando en línea directa de la presidencia nacional; por seguridad no solo de los personajes sino del mismo país-por la información que tenían y lucha que encabezaban- debieron haber viajado en aparatos distintos. Sin embargo la realidad es cruda, el “hubiera no existe”, el país ha perdido a dos personajes claves en lucha contra el crimen. Las especulaciones han empezado a surgir, que si fue un atentando, un acto de terrorismo; lo cierto es que la información apunta a que fue un accidente. El tiempo dirá.
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